23 junio 2008

El triunfo de un bloque


Por fin. No había visto a España en mi vida en unas semifinales. Ahora sé lo que se siente; se ve el camino a la final mucho más cerca, más fácil, más amplio... Joder, es mejor de lo que pensaba esto de las semifinales. Gracias a un auténtico bloque podemos sentirnos maravillados de ver cómo se siente un equipo a sólo un paso de la gran final.

Por fin vamos a llegar a la última semana de una gran competición y va a estar nuestro equipo, aquel en el que todas las aficiones se unen (o deberían hacerlo) en pos de unos colores, sin mirar su club de procedencia. La cultura de club española es muy potente, y lo seguirá siendo, pero con triunfos colectivos como el de ayer, ya se ha dado un pasito (minúsculo) para ponernos al nivel de la afición argentina, que aparca totalmente sus camisetas de clubes para celebrar con la albiceleste.

Si llegamos a semifinales es porque esta selección no depende de un único jugador. No es el compromiso turco, pero por algo se empieza. Hoy todo el mundo destaca la labor de Casillas (le ganó el head-to-head a Buffon durante todo el partido, y está a sólo dos partidos de quitarse la competencia del italiano como mejor portero del mundo) y de Fábregas (el pulso que le tiemble a otro, pensará el de Arenys de Mar). Pero sin la labor de Silva, que trajo de cabeza durante todo el partido a Grosso y Zambrotta, de Senna, que se dejó los músculos en el Ernst Happel; y de Marchena, ese central al que nunca se le reconocerá un gran partido, España no estaría hoy en semifinales, preparándose de nuevo para afrontar un partido contra Rusia.

Por eso, tras un merecido homenaje (breve, porque las 'semis' ya están aquí) a los héroes principales y secundarios, y un partido que, de no ser porque España estaba implicada, lo consideraríamos todos como el partido más plano y aburrido de la Eurocopa; toca analizar lo que nos viene encima.

Es un error decir que a Rusia la eliminaremos porque le ganamos 4-1 en el primer partido. No. A Rusia la eliminaremos, pero tenemos que utilizar otras armas. El central al que Torres bailó en el debut, Kolodin, fue un martillo pilón en ataque ante Holanda. El desconocido Pavlyuchenko puede quitarle el "Pichichi" a Villa. Y tienen un refuerzo, ese número 10, el chaval que no sufre (en apariencia). Arshavin ha sido un auténtico soplo de aire fresco para Guus Hiddink. Mató a Holanda, mató a Grecia, y quiere matar a España, el país donde sueña poder aterrizar algún día.

Mucho más peligrosa Rusia, España deberá centrarse, aunque está prácticamente el ensamblaje de todas las piezas realizado. Sólo falta algún ajuste en los laterales y que Iniesta recupere el peso perdido tras la gastroenteritis para ser el que ha sido durante el año. Una vez pasada la barrera psicológica, ahora sí que estamos ante una Selección, mejor dicho, un EQUIPO capacitado para asaltar el título cuarenta y cuatro años después. Marcelino, Pereda, lo siento, pero necesitáis ya un sucesor.

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