20 agosto 2008

Jogo triste


Argentina ha cumplido con los pronósticos y ya está en la final de los Juegos Olímpicos de Pekín. Para ello tuvo que jugar la que decían era la final anticipada ante Brasil. Lo de final anticipada nadie sabe bien por qué, porque Brasil no ha sido nunca campeona olímpica y tendrá que esperar por lo menos hasta Londres para volverlo a intentar.

Para ello Brasil optó por llamar a Ronaldinho. Necesitaban que volviera a comenzar desde sus inicios para volver a ser el que fue. ¿Alguien tiene dudas de que no volverá a ser así? Ronaldinho es un ex futbolista, igual que todos sus compatriotas que optaron por un modo de vida que no es el más adecuado para un deportista. Los comentarios que se han venido escuchando acerca de su lenta pero positiva recuperación no sirven para nada, ayer todo el mundo vio que Ronaldinho no tiene galones ni para guiar a una Seleçao menor.

Tampoco es que el partido fuera de una calidad excelsa, porque Argentina no está haciendo el torneo de su vida, ni mucho menos. No es aquella albiceleste que maravilló en la Copa América para luego caer en la final. Es una camada de jóvenes jugadores que ya son campeones del mundo sub-20 (en Holanda hace 3 años, justo con la misma final de entonces, con Nigeria). No necesitan demostrar nada al mundo porque todos son titulares consagrados en sus equipos. Pero aún así juegan de modo solvente.

De los que había dudas sobre su calidad, se ha refrendado que son muy válidos para cualquier centro del campo (El Real Madrid necesita la vuelta de Gago como agua de mayo). Messi, que montó un gran cirio para ir está cumpliendo, sin más. Pero porque no necesita demostrar que es el número 1. Él quiso ir porque sabe que Argentina tiene una selección capaz de ganar el oro sin bajarse del autocar. Con su sola presencia intimida a dos y hasta a tres defensores que esperan que con una virguería les desmonte sus cinturas. Un dulce castigo haber sido bailados por Messi.

Lo de Brasil es indignante. Mandan a una selección coreando a los cuatro vientos que van a ganar los Juegos Olímpicos, que es lo que les falta a los brasileños y quieren ese oro cuanto antes. Para ello se une a la causa Ronaldinho, y otros dos grandes jugadores, como Rafinha y Diego, tras enfadarse con Schalke y Bremen. Además, eligen a un buen portero como Renan, que es digno sucesor de Dida (tampoco era muy difícil). ¿Pero con sólo eso se pueden llevar el oro?

¿Qué mentira quisieron colar los brasileños cuando dijeron que el Barça quería a Hernanes como delantero y luego lo hacen jugar de centrocampista defensivo? Esa es sólo una de las preguntas mágicas. Luego también está la pregunta del millón. Si tan bueno es Pato, ¿por qué a la hora de la verdad Dunga lo deja en el banquillo en detrimento de Sobis? Sí, el del Betis, ese delantero que no tiene fama ni siquiera en España. Pues ese anónimo ha conseguido dejar en el banco al grandísimo Pato, acaparador de todos los Balones de Oro de unos cuantos años según todo el mundo.

Y el centro del campo... Qué decir de ese centro del campo tan dotado para el fútbol brasileño. Mauro Silva debe estar vomitando aún viendo el recital que han dado en estas dos semanas Lucas y Anderson, dos peloteros que cuesta encontrarles en la creación de jugadas, porque siempre andan en refriegas inútiles. Supuestamente uno compite en el Liverpool con Xabi Alonso y Plessis en igualdad de condiciones por un puesto en el once, y el otro es el magnífico sucesor de Paul Scholes. ¿Nos hemos vuelto locos? Estos dos son un ejemplo de cómo se puede inflar a jugadores menores de 23 años hasta límites insospechados (Anderson fue nombrado MVP de un Mundial sub-17).

Por suerte la oscuridad brasileña ya no está en el torneo y ahora toca deleitarse con la reedición de la final de aquel Mundial sub-20 de Holanda entre Argentina y Nigeria. El antecedente muestra un 2-1 para los argentinos, y un partido muy vibrante, de tú a tú, justamente lo que echamos de menos en las dos semifinales.

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