11 marzo 2007

Regreso al pasado

Cada vez que toca un Barça - Madrid o un Madrid - Barça sabemos que vamos a ver un partido tenso, emocionante y vibrante, pero pocas veces está acompañado de una vistosidad tan bonita como la de anoche. Suelen ser partidos broncos, feos, apurados y polémicos. El de ayer significó el derrumbamiento de dos pizarras tácticas, una muy devaluada (Capello) y otra que comienza a tambalearse al haber querido restaurarla sin respetar la esencia, como con las bellas obras de arte (Rijkaard).

Y es que la táctica azulgrana del 3-4-3 no solo no funciona sino que desorienta a los jugadores que tenían automatismos con el 4-3-3. Oleguer está mucho más perdido en su función de lateral-central, igual que Márquez en su posición de pivote con tres mediapuntas por delante. Todo esto hace que el mejor jugador del Barça sea Valdés, que está a un nivel excelso en este último año y tendría que ir ya a la Selección porque no veo que Reina le esté ganando en nada.

El Madrid, mientras, va y nos sorprende en el Camp Nou. Para un día que Capello juega al ataque va y mete 3 goles, dos del goleador Van Nistelrooy (no será participativo, tendrá defectos pero siempre marca sus 20 goles) y otro de Ramos, que está empujando a Raúl fuera del trono de símbolo madridista.

Y mientras el Barça ataca, ya pueden estar Salgado y Helguera pésimos que atrás tienen a Casillas, otro seguro de vida como Valdés que se gana el sueldo año tras año. Pero ayer teníamos un invitado de excepción. Messi apareció para darle tres golpes al madridismo, el último doloroso cuando se sentía ganador del partido en el 92 de partido. Un partido en el que todos vibramos para bien y mal, un partido en el que nos sentimos vivos. Un clásico que no tiene nada que envidiar al Boca - River o al Old Firm. Estamos ante el Clásico de la Liga de las Estrellas que nunca morirá.

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