07 marzo 2007

Equivocado


Lo reconozco. Me he equivocado. Pensaba que Liverpool era una plaza más asequible que La Romareda. Pensaba que era posible meterles tres goles. Pensaba que el reinado del Barça en Europa no podía durar tan poco. Pero era tan tentador pensar en positivo, era tan bonito pensar que por una vez tendríamos una noche auténticamente épica, que no me arrepiento de haberme equivocado.

Motivos había para pensar que seguiríamos en la Champions: el Liverpool perdió en Anfield con el Barça de la etapa negra de Gaspart, 1-3, Rochemback, Kluivert y Overmars profanaron aquel santuario, ¿por qué no iban a poder hacerlo Ronaldinho, Eto'o y Messi? Segundo motivo: el año pasado el Benfica ganó 0-2 en Anfield con dos jugadores de ese Barça de las cavernas, Simao y Geovanni. Tercer motivo: los dos partidos anteriores que vi del Liverpool en Anfield este año se saldaron con dos derrotas contra el Arsenal por resultados que nos hubieran clasifiado: 1-3 y 3-6.

Quizá no sabía que la afición del Liverpool no es igual en cada partido, gran error al ver que cantaban y cantaban durante todo el partido. Deseabas desde tu sillón que se callasen, que no hiciesen ruido, que hubiera silencio para que Xavi, Deco e Iniesta pudieran concentrarse un poco. No podías concentrarte ni tú que tan solo tenías que oir a los comentaristas. De congoja fue ver que cuando más apretaba el Barça salió un mar de bufandas y 40.000 personas cantando a coro hicieron que el Liverpool se echase unos metros hacia alante. No eran las voces de Benítez dando instrucciones tácticas. Era un coro de 40.000 supporters, desde la grada The Kop hasta la Bob Paisley, desde la última fila del último anfiteatro hasta la primera a ras de césped. No estaban afinados, pero el efecto congoja invadió a los 11 guerreros blaugrana, a los 2.000 aficionados culés allí presentes que solo podían tomar fotos de ese espectáculo y a los miles que en nuestra casa nos hundíamos en el sillón pensando que nuestro camino estaba terminando. El estremecedor momento me dio a entender por qué no soy fan de un deporte cualquiera, sino que se trata de algo más profundo que no se explica con palabras, sino con gestos como los de Anfield.

Ayer me di cuenta: el Liverpool es otra historia. Eso que vimos era Anfield, un estadio al que le quedan dos años de vida. Los seguidores red no abandonarán al Liverpool una temporada más, los del Barça tampoco. Estamos eliminados con justicia, pero da gusto que sea ante un equipo tan señor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

no hay nnada mas cierto
Anfield es diferente a cualquier
estadio de Europa parece un troso
de sudamerica trasladado a inglaterra
y de verdad dan ganas de llorar
cuando ves a toda esa gente cantando
como loca imaginate en un estadio
de 80.000 eso seria un infierno
el infierno de Anfield
hasta suena lindo jajajjajajajja
ya viejo super buen blog

suerte